Una erupción puede ser signo de una enfermedad más grave, como la enfermedad de Lyme, la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas, una enfermedad hepática, una enfermedad renal o algunos tipos de cáncer. Si experimenta una erupción que no desaparece por sí sola al cabo de unas semanas, concierte una cita con uno de nuestros dermatólogos para que se la diagnostiquen y traten adecuadamente.
Las irritaciones cutáneas son una señal de que nuestro cuerpo está trabajando, diciéndonos que algo va mal. Tanto si la piel reacciona a factores externos, como las plantas, como si lo hace debido a afecciones internas del organismo, es importante saber que todas las irritaciones pueden calmarse y curarse. Algunas irritaciones cutáneas comunes son la caspa, el eczema, la dermatitis de contacto, la dermatitis por estasis, la psoriasis, la urticaria, el sarpullido por calor, la foliculitis y el herpes zóster. Es importante señalar que todas estas afecciones tienen causas diferentes. Hay irritaciones causadas por el contacto con una sustancia o dermatitis de contacto, hay irritaciones causadas por infecciones bacterianas.
Aunque las erupciones cutáneas rara vez indican una afección grave, pueden causar serias molestias. La mayoría de las urticarias y erupciones están causadas por reacciones alérgicas, una infección o una reacción adversa a un medicamento. Normalmente pueden tratarse con una limpieza suave, crema antiprurito y pomada antibiótica. Como algunas erupciones pueden indicar una afección subyacente más grave, siempre es mejor que este síntoma lo revise un dermatólogo.
Existen docenas de tratamientos para los distintos tipos de irritaciones cutáneas. Existen productos de venta sin receta para aliviar los síntomas y curar la dermatitis de contacto y las irritaciones bacterianas, pero las irritaciones víricas deben resolverse con medicamentos recetados por el dermatólogo. La mayoría de las erupciones son inofensivas y pueden tratarse eficazmente con cremas antiprurito, antihistamínicos y lociones hidratantes de venta sin receta.
La urticaria se caracteriza por ronchas rojas y elevadas (también conocidas como habones) que pican en la superficie de la piel y que pueden extenderse o unirse y formar zonas más grandes de lesiones elevadas. Generalmente se desencadenan por la exposición a un alérgeno o irritante químico. Suelen aparecer de repente y desaparecer con la misma rapidez.
La urticaria puede deberse a varias causas. Una alergia alimentaria, una picadura de insecto, una reacción adversa a un medicamento u otro tipo de exposición pueden ser los culpables de esta indisposición temporal. Aunque estos síntomas pasan, pueden ser muy incómodos y alarmantes mientras están presentes. La única forma de garantizar un diagnóstico y un tratamiento adecuados de los trastornos cutáneos es consultar a un dermatólogo experimentado.
La urticaria suele ser una reacción alérgica a alimentos, medicamentos o animales. También pueden desencadenarse por la exposición al sol, el estrés, la sudoración excesiva u otras enfermedades más graves, como el lupus. Cualquiera puede tener urticaria. Son inofensivas y no son contagiosas. La urticaria puede picar, arder o picar. Rara vez requieren atención médica, ya que tienden a desaparecer por sí solas. Sin embargo, en casos persistentes, su dermatólogo puede recetarle antihistamínicos o corticosteroides orales. La mejor forma de prevenir la urticaria es dejar de exponerse al irritante alérgico.
La urticaria que dura más de seis semanas se conoce como urticaria crónica o, si hay hinchazón bajo la superficie de la piel, angioedema. No se conocen las causas del angioedema, pero puede afectar a órganos internos y, por tanto, requiere atención médica.